No soy, confieso, muy dado a prestar mis pequeñas cosas, esas que me producen grandes placeres: discos, (Lps o cds), libros, o instrumentos musicales. Pero a veces, cuando el objeto de préstamo es alguien de tu total confianza te avienes. Lo cierto es que en la vida todo, absolutamente todo es cíclico, va y viene, como el dinero o el amor, que es lo que muchas veces oyes apostillar no se si sentando cátedra, a la voz de la experiencia. Las amistades, los sabores, los latidos se van, desaparecen, y por arte de birlibirloque, vuelven reaparecen dando un triple mortal para volver a entusiasmar el tarro de nuestras esencias, de nuestra mirada ingenua (algo queda en las retinas adultas, así lo creo). Hace mucho más de un lustro desapareció del entorno un tipo, antiguo compañero de trabajo en Almería, que llegó a ser amigo y copartícipe de grandes parrafadas musicales. Hace dos semanas me lo tropecé, resulta que trabaja en un centro a dos calles de mi actual destino. Quedamos, y aunque ambos nos vimos más viejos (6 años valen su peso en oro en los cuarenta), no tuve sensación de que había pasado el tiempo, y todo siguió como siempre, con risas, críticas apasionadas a la situación social o política, y música frente a dos cervezas. La última vez que nos vimos ninguno teníamos prole, ahora ambos la parejita. Antes de su "espantá" recuerdo que le dejé un cedé de un músico que me tuvo muy enganchado en los últimos años del siglo XX: Beck. En concreto el disco que le dejé era Mutations un trabajo ecléctico, pero mas comedido y muy folkie, con algún ramalazo bluessy, o incluso con una bossanova, ... No lo sigo ya a Beck, cuando me perdí la pista andaba en su peculiar revisión sónica del funk, con Prince y toda su corte como música ambiental inspiradora. El estado de las cosas, es como el de las naciones, pendular y cíclico, tanto que en algún momento vuelven al lugar de donde no tuvieron que salir. Esperé todos estos años, y aunque no dio señales de vida esta persona, intuía que seguía en el camino, y tenía el convencimiento de que aquel cd prestado a un melómano de pro volvería a mis manos. Cuando alguien ama la música aprecia el desprendimiento emocional que un pequeño disco compacto podía revertir en otro amante de la música, en mí. La semana pasada escuché de nuevo parte del disco como si el tiempo no hubiera pasado por él, ni por nadie, y me gustó tanto como el día en que lo compré. ANTONIO ÁLVAREZ Canción: Tropicalia-BECK- Disco Mutations 1998