Hoy debería hablar del tiempo: esta lluvia que no cesa. Debería hablar del gobierno: noqueado. Debería hablar de la corrupción: generalizada. Debería hablar de Corina: no me interesa, salvo que el erario haya pagado el revolcón real. ¿De Urdangarín?: sub iudice, pero lo tiene jodido el tipo. ¿Virtudes públicas, vicios privados? No hay que ser muy espabilado para ver que esta España enferma necesita urgente reanimación, sobre todo moral. Tal vez en el ámbito de la “macro política” esté todo perdido, y sea el campo de la “micro política” el que haya que abonar. El día a día, el paso a paso, el gesto a gesto.
Hablando de gestos ayer fui en parte cómplice de una dejación, y entono el mea culpa. Resulta que camino del trabajo y en el autobús que cojo todas las mañanas éste tuvo que frenar para no tragarse a un irresponsable, adormilado o despistado conductor de un vehículo. Dentro del bus, casi todos salimos disparados, pero pudimos sujetarnos mas o menos, excepto un señor que se dio de bruces con el suelo. Por suerte no le pasó nada, en principio, aunque el susto, su tez blanca y los gritos por un momento hicieron temer algo peor. Ante la caída tres personas, incluida servidor, nos abalanzamos a él y lo levantamos con rapidez. El autobús encerró en la rotonda al conductor ímprobo, descolocado, acongojado, para tomarle los datos aunque algún pasajero avizor anotó la matrícula. Abrió puertas y salimos todos pensando en tomar otro bus, pensando en el trabajo, labores, con la hora pegada al culo. Llegó ese otro autobús, y nadie, excepto una chica que todos los días lo coge en mi misma parada, había pensado en dejar sus datos, su teléfono, por si había que declarar ante el accidente producido. Está claro que contencioso es probable que haya, y en él la palabra del conductor del bus, del accidentado, y del vehículo lunero (de lunes) sacarán sus floretes a relucir; en boca de compañías de seguros depredadoras, que arañarán letra pequeña y cuecen artimañas suficientes para pasar página. Y quien sabe si el señor accidentado, con su blanca palidez, a día de hoy no tiene una lesión.
En el segundo autobús instalado, entoné en mi fuero interno el mea culpa, por falta de reflejos. Por irme sin dar mis datos, como ciudadano que ha presenciado un hecho y se ofrece simplemente para declarar. A posteriori, a la chica que sí dio sus datos, en caso de que la llamaran, le ofrecí mi teléfono y mi disposición si es necesaria. Mas vale tarde que nunca..., mal sabor. Y a lo que voy. Que de cerca de veinte personas solo una reaccionara veloz, y tres a toro pasado, ¿no nos estará haciendo más egoístas a los individuos de lo que somos? Escuchaba algún comentario de alguno de esos veinte pasajeros de autobús diario: “no quiero problemas, después te llaman a juicio, y es un galimatías...”. En silencio tras la “torta matutina” reabría la novela policíaca de Simenon que me acompaña en los minutos hasta la parada final. La micro política empieza tal vez en pequeños gestos. Fuera llovía...
ANTONIO ÁLVAREZ
Canción: Tom´s Dinner-Suzanne Vega
IMAGINACIÓN
“La imaginación al poder”. Me encanta esa frase. No se si sirvió de mucho la tan traída, llevada y comentada revolución del mayo francés. Bueno, todo hecho histórico tiene sus lecturas, y en los epílogos sus conclusiones. En las urnas no tuvo reflejo, mas bien lo contrario puesto que revalidó el Gaullismo (la derecha) si cabe con mayor fuerza y diferencia de peso en el poder legislativo. Pero al tiempo un “plebiscito” retiró al general De Gaulle de la palestra dando paso a nuevos tiempos y nuevas caras añadidas para tiempos de reformas. Casi siempre los terremotos cívicos, las revoluciones, las transiciones (da igual el término) son un nuevo y necesario barniz en los rasguños del mueble, un paso de página en los derechos, deberes, conquistas sociales, una pátina ilusionante ante la roña política establecida, y aunque no se consigue el todo por el todo, sí se alcanzan unos mínimos comunes sobre los que construir y seguir caminando, eso es el progreso, ¿no? El 68 nos dejó un número cercano al 69, toda una diana sexual para acabar una década en la que las costumbres viraron tanto en la sociedad occidental, que aún somos herederos de esa época fascinante y visionaria. En España se retrasó una década, pero llegó también la ola del tsunami con la muerte del dictador... Y visto desde un lado literario, leer metáforas con adoquines como palabras en los titulares de una época tiene su punto sobre la i.
Falta en nuestro tiempo “imaginación” y valentía en este cuerpo en estado terminal llamado España. Falta talla y altura, porque esto que vivimos es pesca de bajura en caladero extinto. La indignación se lleva oliendo años, frente a toda esta batalla de despropósitos que los ciudadanitos de a pie nos desayunamos un día si y otro también. Falta ejemplo y referente, ese que los padres tratan de dar a los hijos, y que los políticos, y los “poderosos” debieran de dar a los que al fin y al cabo les pagamos: con nuestros impuestos o ahorros. Falta responsabilidad, inteligencia y perdón: pedir perdón por tanto desmán. Falta más democracia. No nos creamos que todo está hecho. La democracia es como el amor, si no se abona, si no se renueva, se apaga, se marchita, se seca... y al final acaba en manos usureras, capitales y peligrosas cuando no en la intolerancia y en partidos anti sistema, anti todo, anti ellos mismos (no anti sus bolsillos) que enmarañan en el fanatismo y recogen la mala bilis que la población digiere (y no quiero mirar a otros países). Desde la Jefatura del Estado hasta el consejero de la más minúscula Caja de Ahorros de turno, hay motivos de hastío, desvergüenza, despropósito, preocupación e indignación. Rabia, y mala leche para desayunar cada mañana es nuestra dieta diaria.
Echo en falta respuesta, acción, responsabilidad, justicia en los que movieron los hilos del poder estos años, y los que siguen moviéndolos ahora... Espero equivocarme, pero ¿lo veremos con cuentagotas? La situación es bastante tensa, la cuerda, el cuerpo doliente necesita nuevos trajes, nuevas caras, nuevos ímpetus para nuevos tiempos; nuevas energías, vitaminas, leyes justas o simplemente aplicar con equidad las que hay, y sudar la fiebre si no queremos que la diñe el presunto fiambre por dejación pública. Por lo menos que nos dure el tratamiento hasta otro periodo de crisis económica e institucional, que volverá seguro, cuando el sistema coja la gripe y todos acabemos suspirando febriles de nuevo por los derechos y libertades perdidos que un día dejamos de imaginar.
ANTONIO ÁLVAREZ
con música de los Stones, Just my imagination...
Paul McCartney & Wings